El papa Francisco lleva un mes internado en un hospital de Roma, luchando contra una neumonía doble y sus complicaciones. Su estado de salud sería grave para cualquiera, pero podría ser una amenaza más peligrosa para un hombre de 88 años a quien le extirparon parte de un pulmón cuando era joven y que se niega a bajar el ritmo. Aunque el Vaticano informó esta semana que está mejorando, podría estar tan debilitado que, según especulan algunos, podría decidir dimitir.
En cualquier caso, el destino de un papa sigue siendo motivo de gran preocupación entre los aproximadamente 1300 millones de católicos del mundo, y una fuente de gran curiosidad para quienes ven a Francisco como una voz moral cada vez más solitaria en el escenario mundial y se preguntan qué tipo de papa será su sucesor.
Se siente un anhelo por un líder que anteponga las necesidades y los intereses de los demás (incluidos los menos poderosos) a los suyos, sobre todo entre los muchos estadounidenses que hoy buscan con desesperación una luz dentro de la oscuridad de Donald Trump.
Este papa se ha posicionado como una voz moral cada vez más solitaria contra las peligrosas tendencias globales que a veces han debilitado a las fuerzas de la democracia liberal: nacionalismo, populismo, desinformación, xenofobia, desigualdad económica y autoritarismo.
Un mundo sin un papa como Francisco se asemejará de cierto modo a una distopía hobbesiana sin un profeta que señale nuestros mejores ángeles y sin un idealista sensato que muestre un camino mejor.
Francisco se volvió aún más franco a medida que se aceleraron esas tendencias políticas preocupantes, especialmente con la victoria electoral de Trump. Poco antes del inicio de su enfermedad actual, Francisco arremetió directamente en contra de la política de deportación masiva de Trump y la demonización de los inmigrantes.
El papa proclamó su visión casi inmediatamente después de ser elegido hace 12 años este mes como el primer papa del hemisferio sur, el primer papa jesuita, el primero en tomar el nombre del santo de Asís.
Unificar a las potencias mundiales en una batalla común contra el calentamiento global también ha sido un tema central de su papado.
El papa no es un moralista soñador. “La realidad es superior a la idea”, como le gusta decir, y es realista sobre cómo funciona el mundo.
La política “es un martirio diario: buscar el bien común sin dejarse corromper”, les ha dicho a los aspirantes a políticos.
Con advertencias en contra de “la propaganda que infunde odio, divide el mundo en amigos a los que hay que defender y enemigos a los que hay que combatir”, el papa ha impulsado con fuerza tanto una Iglesia inclusiva como un mundo inclusivo.
Al igual que con los Evangelios, Francisco era un exponente de la diversidad, la equidad y la inclusión antes de que eso se convirtiera en algo malo, y sigue siendo convincente porque se centra en el núcleo moral de lo que significan esos términos, y por qué son importantes.
Las claves son la humildad y la misericordia.
“Imitar el odio y la violencia del tirano y del asesino es la mejor manera de ocupar su lugar”, declaró Francisco, y añadió: “Debemos avanzar juntos, como uno solo, en un renovado espíritu de fraternidad y solidaridad, cooperando generosamente por el bien común”.
Claro que tener a un pontífice romano como baluarte de los valores liberales podría considerarse una ironía. Hasta mediados del siglo pasado, la Iglesia católica no era, al menos de manera oficial, defensora de la democracia, la libertad religiosa ni otros principios que los estadounidenses, sobre todo, consideran fundamentales.
Ahora el papa promueve muchos de los derechos y principios contra los que se ha vuelto gran parte de Estados Unidos.
“En esta época de poderes neoimperiales, sospecho que la Iglesia católica es el mejor antiimperio que tenemos (con todo y sus defectos)”, dijo hace poco el teólogo de Villanova Massimo Faggioli.
Esa pequeña esperanza depende de quién sea el sucesor de Francisco.
Algunos católicos (incluidos algunos miembros clave del gobierno estadounidense) sueñan con un “papa trumpiano” que purgue a la Iglesia de liberales y homosexuales y cualquiera considerado “heterodoxo”.
El resultado del próximo cónclave bien podría considerarse una prueba política para Trump y su movimiento, del mismo modo que el cónclave de octubre de 1978 envió un mensaje a la Unión Soviética.
En aquella elección, los cardenales eligieron al polaco Karol Wojtyla, un cardenal de 58 años que caminaba por las montañas detrás del Telón de Acero y que se convirtió en Juan Pablo II.
Los sucesores de Stalin aprendieron la respuesta por las malas: Juan Pablo II ayudó a derribar el comunismo.
Claro que la delimitación entre el bien y el mal es menos clara hoy en día.
El sucesor soviético es el putinismo autoritario, que no encaja del todo en un paradigma Oriente-Occidente, y Francisco, en un mensaje reciente desde el hospital, lamentó lo que denominó la “policrisis” del mundo.
La solución requerirá lo que él llamó alguna vez un “camino artesanal” hacia una paz hecha a mano creada por las acciones y decisiones diarias de los individuos.
Este es un camino más difícil en un mundo aparentemente más complicado tras la Guerra Fría.
Pero mientras los demócratas buscan con desesperación un mensaje para contrarrestar a Trump, lo mejor que pueden hacer es escuchar a un papa que lleva predicando uno desde hace más de una década.
c.2025 The New York Times Company
En síntesis
El papa Francisco se encuentra hospitalizado luchando contra una neumonía doble, generando preocupación sobre su futuro y el de la Iglesia católica. Su postura moral y su lucha contra tendencias globales preocupantes lo han convertido en una figura importante en el escenario mundial.
El posible sucesor de Francisco será clave para determinar el rumbo de la Iglesia, especialmente en un contexto político tan polarizado como el actual. La influencia del papa en temas como la inclusión, la equidad y la lucha contra el autoritarismo es fundamental para muchos sectores de la sociedad.
El legado de Francisco y la elección de su sucesor marcarán un hito en la historia reciente de la Iglesia católica y tendrán repercusiones a nivel mundial.
Preguntas frecuentes
¿Cuál es el estado de salud actual del papa Francisco?
El Vaticano informó que está mejorando, pero su situación sigue siendo delicada debido a su edad y a las complicaciones de la neumonía doble que enfrenta.
¿Por qué la figura de Francisco es tan importante en la actualidad?
Francisco se ha destacado por su postura moral contra tendencias globales preocupantes como el nacionalismo, el populismo y la desigualdad económica, lo que lo ha convertido en una voz relevante en el escenario mundial.
¿Qué impacto podría tener la elección del sucesor de Francisco?
La elección del próximo papa será crucial para definir el rumbo de la Iglesia católica en un contexto político polarizado.
Crédito de la fuente original: www.clarin.com